En Mateo 19, un joven se acerca a Jesús con una pregunta sincera:
"Maestro, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?"
Este joven no era malo. Era obediente, religioso, y aparentemente tenía todo en orden. Pero Jesús, con su mirada que todo lo ve, le dice:
"Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme."
Y aquí viene el giro:
"Pero el joven, oyendo esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones."
¿Cuántas veces nos parecemos a este joven? Queremos seguir a Jesús, pero no queremos soltar lo que nos da seguridad. Puede que no sean riquezas materiales, pero tal vez son relaciones, títulos, rutinas, o incluso heridas que no queremos dejar ir.
Jesús no le pidió al joven que fuera pobre. Le pidió que confiara. Que soltara lo que lo ataba para abrazar una vida de propósito eterno.
Hoy te pregunto:
¿Qué te está impidiendo seguir a Jesús con todo tu corazón?
¿Qué estás reteniendo que Él te está pidiendo entregar?
A veces, lo que más valoramos es lo que más nos limita. Pero cuando soltamos, ganamos libertad. Cuando obedecemos, encontramos plenitud.
LIBRO MÁS ALLÁ DE LAS MARIPOSAS
DEVOCIONAL FUERTES LAZOS DE AMOR VOL I
DEVOCIONAL FUERTES LAZOS DE AMOR VOL II