Te ha pasado que has orado, luchado, esperado… y cuando estás a punto de recibir tu milagro, empiezas a sentir miedo o inseguridad?
Dudamos porque:
Vemos el problema más grande que la promesa.
Nos dejamos llevar por lo que sentimos, no por lo que Dios dijo.
Nos cansamos después de tanto esperar.