42 - Cuando el mundo se detuvo
24 September 2022

42 - Cuando el mundo se detuvo

“Nací” cuando mi hijo murió

About
El apuro no nos permitía bajar el ritmo; si lo hacíamos, perdíamos nuestro lugar en el sistema. Nuestros competidores se nos adelantarían. Nuestros clientes buscarían otros proveedores. Nuestros jefes le darían el ascenso a otro que se moviera más rápido. La velocidad con la que todo avanzaba era cada vez más vertiginosa, al punto de arriesgarnos demasiado a dañar nuestras vidas o las de quienes decíamos amar.

Muchísimas personas corrían apuradas en todo el mundo con cargas de estrés más altas que las que el cuerpo puede soportar. Miles morían por eso, y otros miles estaban internados tratando de salvar sus vidas para volver a correr; pero eso sí, esta vez sin azúcar ni pan en su alimentación.

Dios no nos diseñó con la capacidad de vivir expuestos a tantas presiones. Nos hizo con la capacidad de adaptarnos para sobrevivir, pero priorizando nuestra gran capacidad de amar y ser felices; superponiéndola con horas de descanso real para el cuerpo, la mente y el espíritu.

Quisimos adaptar nuestra naturaleza a los tiempos vertiginosos que nosotros mismos habíamos creado casi sin planearlo. Las ambiciones desmedidas nos fueron enfermando a tal punto que lograron inhibir nuestros anticuerpos y se apropiaron de nuestro organismo.

Como era de esperarse, el mundo dijo basta. Es como pretender viajar en un automóvil durante unos 100 000 kilómetros, cargando combustible y los líquidos necesarios para su funcionamiento, pero sin detener el motor ni un solo minuto: no habría motor que aguante. De la misma manera, ¿por qué el mundo debería seguir soportando semejante presión y desgaste?

No nos dábamos cuenta de lo que estaba pasando, ya que la enfermedad del desenfreno también nos había quitado la capacidad de ver. Como un carrusel, nos entretenía mientras seguía girando; pero cuando el mundo se detuvo, comenzamos a mirarnos unos a otros, rascándonos la cabeza sin entender qué había pasado.

A muchos, esta pausa nos vino bien porque nos permitió detenernos sin que nadie nos reclame por estar quietos. Ahora podemos estar en nuestras casas, eso que tantas veces deseábamos, pero “el sistema” no nos permitía. Podemos invertir mejor nuestro tiempo escuchando a nuestros hijos, que de repente nos sorprenden porque nos hacen planteos que nunca antes nos habían hecho. Pero, ¿no los habían hecho o no los estábamos escuchando?

Ahora le prestamos atención a las virtudes de nuestras parejas; en especial los hombres, que comenzamos a valorar más a nuestras mujeres: la falta de conflictos entre machos, que no eran más que excusas que traíamos de afuera, nos permitió mostrarles con acciones concretas cuánto las amamos, admiramos y respetamos. Las mujeres responden con amor a sus hombres cuando reciben el trato que se merecen por su inagotable paciencia, dedicación y compromiso.

Descubrimos que nuestro reloj biológico no marca las horas como el reloj del celular y que nuestro cuerpo nos pide alimentos fuera de los horarios habituales. Conocimos el sabor de los buenos desayunos que, aunque sean un mate con pan y manteca, tienen el sabor adicional que le da el tiempo para disfrutarlos.

Nos sorprendió que este nuevo silencio tiene un agradable “sonido” sin la estridencia de los silencios anteriores. Por las noches miramos el cielo y el negro es más negro que antes… las estrellas están más cerca, más blancas y más brillantes. ¿Cambiaron los colores? ¿Se limpió el lente de nuestros ojos?

Nuestros sueños, de pronto, son más profundos. Ahora tenemos tiempo para orar, rezar o meditar… Hablamos más con Dios y también con nosotros mismos. ¿Acaso antes no teníamos Fe o no nos hacíamos el tiempo para tenerla?

¡Cuántas cosas cambiaron!… ¿o en realidad estamos cambiando nosotros? Y lo más extraño de todo esto es que, si ese cambio se sigue viralizando, quizás se contagie el mundo. ¿Te imaginas lo que sería una pandemia de respeto, entendimiento, generosidad, amor, aceptación, empatía, Fe, buen humor y tiempo para vivir? ¡Qué hermoso contagio sería!