Cuando estamos tristes, los colores se ven afectados. Vemos todo desteñido. Hasta la luz desaparece. A donde vamos, percibimos gente que está mal, como nosotros. Escuchamos solo las voces apagadas.
Sonreímos, y los colores vuelven a ser fuertes. Las personas que miramos también sonríen. No nos gritan, nos responden con amabilidad cuando les hablamos...