El progresismo sabe muy bien cómo imponer su agenda usando la psicología humana y las interacciones sociales. No necesitan a grandes grupos para iniciar una tendencia, sino que basta con un grupo pequeño, pero escandaloso, que sea impulsado a través de todos los medios posibles.
Una vez ese grupito ha empujado la matriz de opinión y el comportamiento propio de la cultura de la cancelación, es cuestión de repetición y tiempo para que otros imiten tal comportamiento, sin siquiera saber que trabajan para el enemigo.