Debemos reconocer cuál es nuestro verdadero pensamiento acerca de la presencia
manifiesta de Dios. ¿Realmente queremos experimentar la presencia de Dios de cerca? O
¿Preferimos vivir a distancia, viendo todo lo que hace de lejos sin ser consumida por ella porque nos aterra? Dios nos llama a dejarlo todo para vivir pegados a Él. Solo haciendo morir nuestro
“yo” podremos ver y ser envueltos por Su gloria (Su presencia activa).