Hay lágrimas que no destruyen, sino que purifican. 💧 En Ezequiel 9, Dios manda a marcar a los que gimen por el pecado del pueblo: no los que se creían perfectos, sino los que lloraban de verdad por lo que dolía Su corazón. Esa marca los preservó cuando todo a su alrededor caía. Así actúa Su gracia: protege a los quebrantados, no a los duros. 🙌
En Hebreos 5, Jesús mismo aprendió obediencia a través del sufrimiento. No fue exento del dolor, pero lo transformó en propósito. Así también, cada lágrima tuya puede convertirse en una semilla de restauración. 🌱
Cuando el alma se rinde ante Dios, el llanto se vuelve oración y la herida, un altar. No temas tus lágrimas: pueden ser el lenguaje con el que Dios escribe tu próxima victoria. ✨
📖 Lecturas:
Ezequiel 7:1 – 9:11
Hebreos 5:1 – 14
Salmo 105:1 – 15
Proverbios 26:28
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