El 7 de agosto de 1994 en el pueblo de Oakville, Washington comenzó a llover como es costumbre pero no paso mucho tiempo en lo que sus habitantes notaron una extraña sustancia que se quedaba impreganda en la superficie del suelo y de las cosas que para nada parecía lluvia normal. Poco tiempo después comenzaron a llegar a los servicios de urgencias personas con distintos síntomas inespecíficos que no cuadraban con ningún diagnóstico.
Y así como comenzó terminó dejando muchas dudas en los habitantes de este pueblo.