< Proverbios 8

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[1] ¿No clama la sabiduría, Y da su voz la inteligencia?
[2] En las alturas junto al camino, A las encrucijadas de las veredas se para;
[3] En el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad, A la entrada de las puertas da voces:
[4] Oh hombres, a vosotros clamo; Dirijo mi voz a los hijos de los hombres.
[5] Entended, oh simples, discreción; Y vosotros, necios, entrad en cordura.
[6] Oíd, porque hablaré cosas excelentes, Y abriré mis labios para cosas rectas.
[7] Porque mi boca hablará verdad, Y la impiedad abominan mis labios.
[8] Justas son todas las razones de mi boca; No hay en ellas cosa perversa ni torcida.
[9] Todas ellas son rectas al que entiende, Y razonables a los que han hallado sabiduría.
[10] Recibid mi enseñanza, y no plata; Y ciencia antes que el oro escogido.
[11] Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; Y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella.
[12] Yo, la sabiduría, habito con la cordura, Y hallo la ciencia de los consejos.
[13] El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, el mal camino, Y la boca perversa, aborrezco.
[14] Conmigo está el consejo y el buen juicio; Yo soy la inteligencia; mío es el poder.
[15] Por mí reinan los reyes, Y los príncipes determinan justicia.
[16] Por mí dominan los príncipes, Y todos los gobernadores juzgan la tierra.
[17] Yo amo a los que me aman, Y me hallan los que temprano me buscan.
[18] Las riquezas y la honra están conmigo; Riquezas duraderas, y justicia.
[19] Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; Y mi rédito mejor que la plata escogida.
[20] Por vereda de justicia guiaré, Por en medio de sendas de juicio,
[21] Para hacer que los que me aman tengan su heredad, Y que yo llene sus tesoros.
[22] Jehová me poseía en el principio, Ya de antiguo, antes de sus obras.
[23] Eternamente tuve el principado, desde el principio, Antes de la tierra.
[24] Antes de los abismos fui engendrada; Antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas.
[25] Antes que los montes fuesen formados, Antes de los collados, ya había sido yo engendrada;
[26] No había aún hecho la tierra, ni los campos, Ni el principio del polvo del mundo.
[27] Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; Cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo;
[28] Cuando afirmaba los cielos arriba, Cuando afirmaba las fuentes del abismo;
[29] Cuando ponía al mar su estatuto, Para que las aguas no traspasasen su mandamiento; Cuando establecía los fundamentos de la tierra,
[30] Con él estaba yo ordenándolo todo, Y era su delicia de día en día, Teniendo solaz delante de él en todo tiempo.
[31] Me regocijo en la parte habitable de su tierra; Y mis delicias son con los hijos de los hombres.
[32] Ahora, pues, hijos, oídme, Y bienaventurados los que guardan mis caminos.
[33] Atended el consejo, y sed sabios, Y no lo menospreciéis.
[34] Bienaventurado el hombre que me escucha, Velando a mis puertas cada día, Aguardando a los postes de mis puertas.
[35] Porque el que me halle, hallará la vida, Y alcanzará el favor de Jehová.
[36] Mas el que peca contra mí, defrauda su alma; Todos los que me aborrecen aman la muerte.