< Proverbios 27

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[1] No te jactes del día de mañana; Porque no sabes qué dará de sí el día.
[2] Alábete el extraño, y no tu propia boca; El ajeno, y no los labios tuyos.
[3] Pesada es la piedra, y la arena pesa; Mas la ira del necio es más pesada que ambas.
[4] Cruel es la ira, e impetuoso el furor; Mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?
[5] Mejor es reprensión manifiesta Que amor oculto.
[6] Fieles son las heridas del que ama; Pero importunos los besos del que aborrece.
[7] El hombre saciado desprecia el panal de miel; Pero al hambriento todo lo amargo es dulce.
[8] Cual ave que se va de su nido, Tal es el hombre que se va de su lugar.
[9] El ungüento y el perfume alegran el corazón, Y el cordial consejo del amigo, al hombre.
[10] No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre; Ni vayas a la casa de tu hermano en el día de tu aflicción. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejos.
[11] Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, Y tendré qué responder al que me agravie.
[12] El avisado ve el mal y se esconde; Mas los simples pasan y llevan el daño.
[13] Quítale su ropa al que salió fiador por el extraño; Y al que fía a la extraña, tómale prenda.
[14] El que bendice a su amigo en alta voz, madrugando de mañana, Por maldición se le contará.
[15] Gotera continua en tiempo de lluvia Y la mujer rencillosa, son semejantes;
[16] Pretender contenerla es como refrenar el viento, O sujetar el aceite en la mano derecha.
[17] Hierro con hierro se aguza; Y así el hombre aguza el rostro de su amigo.
[18] Quien cuida la higuera comerá su fruto, Y el que mira por los intereses de su señor, tendrá honra.
[19] Como en el agua el rostro corresponde al rostro, Así el corazón del hombre al del hombre.
[20] El Seol y el Abadón nunca se sacian; Así los ojos del hombre nunca están satisfechos.
[21] El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro, Y al hombre la boca del que lo alaba.
[22] Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo majados con el pisón, No se apartará de él su necedad.
[23] Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, Y mira con cuidado por tus rebaños;
[24] Porque las riquezas no duran para siempre; ¿Y será la corona para perpetuas generaciones?
[25] Saldrá la grama, aparecerá la hierba, Y se segarán las hierbas de los montes.
[26] Los corderos son para tus vestidos, Y los cabritos para el precio del campo;
[27] Y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, para mantenimiento de tu casa, Y para sustento de tus criadas.