< Proverbios 23

Listen to this chapter • 3 min
[1] Cuando te sientes a comer con algún señor, Considera bien lo que está delante de ti,
[2] Y pon cuchillo a tu garganta, Si tienes gran apetito.
[3] No codicies sus manjares delicados, Porque es pan engañoso.
[4] No te afanes por hacerte rico; Sé prudente, y desiste.
[5] ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas Como alas de águila, y volarán al cielo.
[6] No comas pan con el avaro, Ni codicies sus manjares;
[7] Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él. Come y bebe, te dirá; Mas su corazón no está contigo.
[8] Vomitarás la parte que comiste, Y perderás tus suaves palabras.
[9] No hables a oídos del necio, Porque menospreciará la prudencia de tus razones.
[10] No traspases el lindero antiguo, Ni entres en la heredad de los huérfanos;
[11] Porque el defensor de ellos es el Fuerte, El cual juzgará la causa de ellos contra ti.
[12] Aplica tu corazón a la enseñanza, Y tus oídos a las palabras de sabiduría.
[13] No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá.
[14] Lo castigarás con vara, Y librarás su alma del Seol.
[15] Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, También a mí se me alegrará el corazón;
[16] Mis entrañas también se alegrarán Cuando tus labios hablaren cosas rectas.
[17] No tenga tu corazón envidia de los pecadores, Antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo;
[18] Porque ciertamente hay fin, Y tu esperanza no será cortada.
[19] Oye, hijo mío, y sé sabio, Y endereza tu corazón al camino.
[20] No estés con los bebedores de vino, Ni con los comedores de carne;
[21] Porque el bebedor y el comilón empobrecerán, Y el sueño hará vestir vestidos rotos.
[22] Oye a tu padre, a aquel que te engendró; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.
[23] Compra la verdad, y no la vendas; La sabiduría, la enseñanza y la inteligencia.
[24] Mucho se alegrará el padre del justo, Y el que engendra sabio se gozará con él.
[25] Alégrense tu padre y tu madre, Y gócese la que te dio a luz.
[26] Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos.
[27] Porque abismo profundo es la ramera, Y pozo angosto la extraña.
[28] También ella, como robador, acecha, Y multiplica entre los hombres los prevaricadores.
[29] ¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos?
[30] Para los que se detienen mucho en el vino, Para los que van buscando la mistura.
[31] No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente;
[32] Mas al fin como serpiente morderá, Y como áspid dará dolor.
[33] Tus ojos mirarán cosas extrañas, Y tu corazón hablará perversidades.
[34] Serás como el que yace en medio del mar, O como el que está en la punta de un mastelero.
[35] Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; Me azotaron, mas no lo sentí; Cuando despertare, aún lo volveré a buscar.