< Proverbios 17

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[1] Mejor es un bocado seco, y en paz, Que casa de contiendas llena de provisiones.
[2] El siervo prudente se enseñoreará del hijo que deshonra, Y con los hermanos compartirá la herencia.
[3] El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; Pero Jehová prueba los corazones.
[4] El malo está atento al labio inicuo; Y el mentiroso escucha la lengua detractora.
[5] El que escarnece al pobre afrenta a su Hacedor; Y el que se alegra de la calamidad no quedará sin castigo.
[6] Corona de los viejos son los nietos, Y la honra de los hijos, sus padres.
[7] No conviene al necio la altilocuencia; ¡Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!
[8] Piedra preciosa es el soborno para el que lo practica; Adondequiera que se vuelve, halla prosperidad.
[9] El que cubre la falta busca amistad; Mas el que la divulga, aparta al amigo.
[10] La reprensión aprovecha al entendido, Más que cien azotes al necio.
[11] El rebelde no busca sino el mal, Y mensajero cruel será enviado contra él.
[12] Mejor es encontrarse con una osa a la cual han robado sus cachorros, Que con un fatuo en su necedad.
[13] El que da mal por bien, No se apartará el mal de su casa.
[14] El que comienza la discordia es como quien suelta las aguas; Deja, pues, la contienda, antes que se enrede.
[15] El que justifica al impío, y el que condena al justo, Ambos son igualmente abominación a Jehová.
[16] ¿De qué sirve el precio en la mano del necio para comprar sabiduría, No teniendo entendimiento?
[17] En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia.
[18] El hombre falto de entendimiento presta fianzas, Y sale por fiador en presencia de su amigo.
[19] El que ama la disputa, ama la transgresión; Y el que abre demasiado la puerta busca su ruina.
[20] El perverso de corazón nunca hallará el bien, Y el que revuelve con su lengua caerá en el mal.
[21] El que engendra al insensato, para su tristeza lo engendra; Y el padre del necio no se alegrará.
[22] El corazón alegre constituye buen remedio; Mas el espíritu triste seca los huesos.
[23] El impío toma soborno del seno Para pervertir las sendas de la justicia.
[24] En el rostro del entendido aparece la sabiduría; Mas los ojos del necio vagan hasta el extremo de la tierra.
[25] El hijo necio es pesadumbre de su padre, Y amargura a la que lo dio a luz.
[26] Ciertamente no es bueno condenar al justo, Ni herir a los nobles que hacen lo recto.
[27] El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; De espíritu prudente es el hombre entendido.
[28] Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; El que cierra sus labios es entendido.