< S. Mateo 15

Listen to this chapter • 4 min
[1] Entonces se acercaron a Jesús ciertos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo:
[2] ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan.
[3] Respondiendo él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?
[4] Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente.
[5] Pero vosotros decís: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte,
[6] ya no ha de honrar a su padre o a su madre. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición.
[7] Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo:
[8] Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí.
[9] Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.
[10] Y llamando a sí a la multitud, les dijo: Oíd, y entended:
[11] No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre.
[12] Entonces acercándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra?
[13] Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada.
[14] Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo.
[15] Respondiendo Pedro, le dijo: Explícanos esta parábola.
[16] Jesús dijo: ¿También vosotros sois aún sin entendimiento?
[17] ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina?
[18] Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre.
[19] Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.
[20] Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.
[21] Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón.
[22] Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio.
[23] Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros.
[24] Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
[25] Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme!
[26] Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.
[27] Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.
[28] Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.
[29] Pasó Jesús de allí y vino junto al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí.
[30] Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó;
[31] de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel.
[32] Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino.
[33] Entonces sus discípulos le dijeron: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande?
[34] Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos.
[35] Y mandó a la multitud que se recostase en tierra.
[36] Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud.
[37] Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas.
[38] Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
[39] Entonces, despedida la gente, entró en la barca, y vino a la región de Magdala.