< S. Lucas 23

Listen to this chapter • 6 min
[1] Levantándose entonces toda la muchedumbre de ellos, llevaron a Jesús a Pilato.
[2] Y comenzaron a acusarle, diciendo: A este hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey.
[3] Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y respondiéndole él, dijo: Tú lo dices.
[4] Y Pilato dijo a los principales sacerdotes, y a la gente: Ningún delito hallo en este hombre.
[5] Pero ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.
[6] Entonces Pilato, oyendo decir, Galilea, preguntó si el hombre era galileo.
[7] Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que en aquellos días también estaba en Jerusalén.
[8] Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque hacía tiempo que deseaba verle; porque había oído muchas cosas acerca de él, y esperaba verle hacer alguna señal.
[9] Y le hacía muchas preguntas, pero él nada le respondió.
[10] Y estaban los principales sacerdotes y los escribas acusándole con gran vehemencia.
[11] Entonces Herodes con sus soldados le menospreció y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y volvió a enviarle a Pilato.
[12] Y se hicieron amigos Pilato y Herodes aquel día; porque antes estaban enemistados entre sí.
[13] Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes, y al pueblo,
[14] les dijo: Me habéis presentado a este como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis.
[15] Y ni aun Herodes, porque os remití a él; y he aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre.
[16] Le soltaré, pues, después de castigarle.
[17] Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta.
[18] Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: ¡Fuera con este, y suéltanos a Barrabás!
[19] Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio.
[20] Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús;
[21] pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale!
[22] Él les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho este? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré.
[23] Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron.
[24] Entonces Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían;
[25] y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
[26] Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús.
[27] Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él.
[28] Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.
[29] Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron.
[30] Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos.
[31] Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?
[32] Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos.
[33] Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
[34] Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
[35] Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si este es el Cristo, el escogido de Dios.
[36] Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre,
[37] y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
[38] Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.
[39] Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
[40] Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?
[41] Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas este ningún mal hizo.
[42] Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
[43] Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
[44] Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
[45] Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad.
[46] Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.
[47] Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.
[48] Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho.
[49] Pero todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
[50] Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo.
[51] Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos,
[52] fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
[53] Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie.
[54] Era día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo.
[55] Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo.
[56] Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento.