< Job 41

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[1] ¿Sacarás tú al leviatán con anzuelo, O con cuerda que le eches en su lengua?
[2] ¿Pondrás tú soga en sus narices, Y horadarás con garfio su quijada?
[3] ¿Multiplicará él ruegos para contigo? ¿Te hablará él lisonjas?
[4] ¿Hará pacto contigo Para que lo tomes por siervo perpetuo?
[5] ¿Jugarás con él como con pájaro, O lo atarás para tus niñas?
[6] ¿Harán de él banquete los compañeros? ¿Lo repartirán entre los mercaderes?
[7] ¿Cortarás tú con cuchillo su piel, O con arpón de pescadores su cabeza?
[8] Pon tu mano sobre él; Te acordarás de la batalla, y nunca más volverás.
[9] He aquí que la esperanza acerca de él será burlada, Porque aun a su sola vista se desmayarán.
[10] Nadie hay tan osado que lo despierte; ¿Quién, pues, podrá estar delante de mí?
[11] ¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya? Todo lo que hay debajo del cielo es mío.
[12] No guardaré silencio sobre sus miembros, Ni sobre sus fuerzas y la gracia de su disposición.
[13] ¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura? ¿Quién se acercará a él con su freno doble?
[14] ¿Quién abrirá las puertas de su rostro? Las hileras de sus dientes espantan.
[15] La gloria de su vestido son escudos fuertes, Cerrados entre sí estrechamente.
[16] El uno se junta con el otro, Que viento no entra entre ellos.
[17] Pegado está el uno con el otro; Están trabados entre sí, que no se pueden apartar.
[18] Con sus estornudos enciende lumbre, Y sus ojos son como los párpados del alba.
[19] De su boca salen hachones de fuego; Centellas de fuego proceden.
[20] De sus narices sale humo, Como de una olla o caldero que hierve.
[21] Su aliento enciende los carbones, Y de su boca sale llama.
[22] En su cerviz está la fuerza, Y delante de él se esparce el desaliento.
[23] Las partes más flojas de su carne están endurecidas; Están en él firmes, y no se mueven.
[24] Su corazón es firme como una piedra, Y fuerte como la muela de abajo.
[25] De su grandeza tienen temor los fuertes, Y a causa de su desfallecimiento hacen por purificarse.
[26] Cuando alguno lo alcanzare, Ni espada, ni lanza, ni dardo, ni coselete durará.
[27] Estima como paja el hierro, Y el bronce como leño podrido.
[28] Saeta no le hace huir; Las piedras de honda le son como paja.
[29] Tiene toda arma por hojarasca, Y del blandir de la jabalina se burla.
[30] Por debajo tiene agudas conchas; Imprime su agudez en el suelo.
[31] Hace hervir como una olla el mar profundo, Y lo vuelve como una olla de ungüento.
[32] En pos de sí hace resplandecer la senda, Que parece que el abismo es cano.
[33] No hay sobre la tierra quien se le parezca; Animal hecho exento de temor.
[34] Menosprecia toda cosa alta; Es rey sobre todos los soberbios.