< Job 4

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[1] Entonces respondió Elifaz temanita, y dijo:
[2] Si probáremos a hablarte, te será molesto; Pero ¿quién podrá detener las palabras?
[3] He aquí, tú enseñabas a muchos, Y fortalecías las manos débiles;
[4] Al que tropezaba enderezaban tus palabras, Y esforzabas las rodillas que decaían.
[5] Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas; Y cuando ha llegado hasta ti, te turbas.
[6] ¿No es tu temor a Dios tu confianza? ¿No es tu esperanza la integridad de tus caminos?
[7] Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido? Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos?
[8] Como yo he visto, los que aran iniquidad Y siembran injuria, la siegan.
[9] Perecen por el aliento de Dios, Y por el soplo de su ira son consumidos.
[10] Los rugidos del león, y los bramidos del rugiente, Y los dientes de los leoncillos son quebrantados.
[11] El león viejo perece por falta de presa, Y los hijos de la leona se dispersan.
[12] El asunto también me era a mí oculto; Mas mi oído ha percibido algo de ello.
[13] En imaginaciones de visiones nocturnas, Cuando el sueño cae sobre los hombres,
[14] Me sobrevino un espanto y un temblor, Que estremeció todos mis huesos;
[15] Y al pasar un espíritu por delante de mí, Hizo que se erizara el pelo de mi cuerpo.
[16] Paróse delante de mis ojos un fantasma, Cuyo rostro yo no conocí, Y quedo, oí que decía:
[17] ¿Será el hombre más justo que Dios? ¿Será el varón más limpio que el que lo hizo?
[18] He aquí, en sus siervos no confía, Y notó necedad en sus ángeles;
[19] ¡Cuánto más en los que habitan en casas de barro, Cuyos cimientos están en el polvo, Y que serán quebrantados por la polilla!
[20] De la mañana a la tarde son destruidos, Y se pierden para siempre, sin haber quien repare en ello.
[21] Su hermosura, ¿no se pierde con ellos mismos? Y mueren sin haber adquirido sabiduría.