< Job 37

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[1] Por eso también se estremece mi corazón, Y salta de su lugar.
[2] Oíd atentamente el estrépito de su voz, Y el sonido que sale de su boca.
[3] Debajo de todos los cielos lo dirige, Y su luz hasta los fines de la tierra.
[4] Después de ella brama el sonido, Truena él con voz majestuosa; Y aunque sea oída su voz, no los detiene.
[5] Truena Dios maravillosamente con su voz; Él hace grandes cosas, que nosotros no entendemos.
[6] Porque a la nieve dice: Desciende a la tierra; También a la llovizna, y a los aguaceros torrenciales.
[7] Así hace retirarse a todo hombre, Para que los hombres todos reconozcan su obra.
[8] Las bestias entran en su escondrijo, Y se están en sus moradas.
[9] Del sur viene el torbellino, Y el frío de los vientos del norte.
[10] Por el soplo de Dios se da el hielo, Y las anchas aguas se congelan.
[11] Regando también llega a disipar la densa nube, Y con su luz esparce la niebla.
[12] Asimismo por sus designios se revuelven las nubes en derredor, Para hacer sobre la faz del mundo, En la tierra, lo que él les mande.
[13] Unas veces por azote, otras por causa de su tierra, Otras por misericordia las hará venir.
[14] Escucha esto, Job; Detente, y considera las maravillas de Dios.
[15] ¿Sabes tú cómo Dios las pone en concierto, Y hace resplandecer la luz de su nube?
[16] ¿Has conocido tú las diferencias de las nubes, Las maravillas del Perfecto en sabiduría?
[17] ¿Por qué están calientes tus vestidos Cuando él sosiega la tierra con el viento del sur?
[18] ¿Extendiste tú con él los cielos, Firmes como un espejo fundido?
[19] Muéstranos qué le hemos de decir; Porque nosotros no podemos ordenar las ideas a causa de las tinieblas.
[20] ¿Será preciso contarle cuando yo hablare? Por más que el hombre razone, quedará como abismado.
[21] Mas ahora ya no se puede mirar la luz esplendente en los cielos, Luego que pasa el viento y los limpia,
[22] Viniendo de la parte del norte la dorada claridad. En Dios hay una majestad terrible.
[23] Él es Todopoderoso, al cual no alcanzamos, grande en poder; Y en juicio y en multitud de justicia no afligirá.
[24] Lo temerán por tanto los hombres; Él no estima a ninguno que cree en su propio corazón ser sabio.