[1] ¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!
[2] Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.
[3] Aun el gorrión halla casa, Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, Cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío.
[4] Bienaventurados los que habitan en tu casa; Perpetuamente te alabarán.
[5] Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, En cuyo corazón están tus caminos.
[6] Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, Cuando la lluvia llena los estanques.
[8] Jehová Dios de los ejércitos, oye mi oración; Escucha, oh Dios de Jacob.
[9] Mira, oh Dios, escudo nuestro, Y pon los ojos en el rostro de tu ungido.
[10] Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad.
[11] Porque sol y escudo es Jehová Dios; Gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad.
[12] Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía.