[1] ¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué se ha encendido tu furor contra las ovejas de tu prado?
[2] Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos, La que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia; Este monte de Sion, donde has habitado.
[3] Dirige tus pasos a los asolamientos eternos, A todo el mal que el enemigo ha hecho en el santuario.
[4] Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas; Han puesto sus divisas por señales.
[5] Se parecen a los que levantan El hacha en medio de tupido bosque.
[6] Y ahora con hachas y martillos Han quebrado todas sus entalladuras.
[7] Han puesto a fuego tu santuario, Han profanado el tabernáculo de tu nombre, echándolo a tierra.
[8] Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez; Han quemado todas las sinagogas de Dios en la tierra.
[9] No vemos ya nuestras señales; No hay más profeta, Ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo.
[10] ¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el angustiador? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre?
[11] ¿Por qué retraes tu mano? ¿Por qué escondes tu diestra en tu seno?
[12] Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo; El que obra salvación en medio de la tierra.
[13] Dividiste el mar con tu poder; Quebrantaste cabezas de monstruos en las aguas.
[14] Magullaste las cabezas del leviatán, Y lo diste por comida a los moradores del desierto.
[15] Abriste la fuente y el río; Secaste ríos impetuosos.
[16] Tuyo es el día, tuya también es la noche; Tú estableciste la luna y el sol.
[17] Tú fijaste todos los términos de la tierra; El verano y el invierno tú los formaste.
[18] Acuérdate de esto: que el enemigo ha afrentado a Jehová, Y pueblo insensato ha blasfemado tu nombre.
[19] No entregues a las fieras el alma de tu tórtola, Y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos.
[20] Mira al pacto, Porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia.
[21] No vuelva avergonzado el abatido; El afligido y el menesteroso alabarán tu nombre.
[22] Levántate, oh Dios, aboga tu causa; Acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día.
[23] No olvides las voces de tus enemigos; El alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.