< Salmos 68

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[1] Levántese Dios, sean esparcidos sus enemigos, Y huyan de su presencia los que le aborrecen.
[2] Como es lanzado el humo, los lanzarás; Como se derrite la cera delante del fuego, Así perecerán los impíos delante de Dios.
[3] Mas los justos se alegrarán; se gozarán delante de Dios, Y saltarán de alegría.
[4] Cantad a Dios, cantad salmos a su nombre; Exaltad al que cabalga sobre los cielos. JAH es su nombre; alegraos delante de él.
[5] Padre de huérfanos y defensor de viudas Es Dios en su santa morada.
[6] Dios hace habitar en familia a los desamparados; Saca a los cautivos a prosperidad; Mas los rebeldes habitan en tierra seca.
[7] Oh Dios, cuando tú saliste delante de tu pueblo, Cuando anduviste por el desierto,
[8] La tierra tembló; También destilaron los cielos ante la presencia de Dios; Aquel Sinaí tembló delante de Dios, del Dios de Israel.
[9] Abundante lluvia esparciste, oh Dios; A tu heredad exhausta tú la reanimaste.
[10] Los que son de tu grey han morado en ella; Por tu bondad, oh Dios, has provisto al pobre.
[11] El Señor daba palabra; Había grande multitud de las que llevaban buenas nuevas.
[12] Huyeron, huyeron reyes de ejércitos, Y las que se quedaban en casa repartían los despojos.
[13] Bien que fuisteis echados entre los tiestos, Seréis como alas de paloma cubiertas de plata, Y sus plumas con amarillez de oro.
[14] Cuando esparció el Omnipotente los reyes allí, Fue como si hubiese nevado en el monte Salmón.
[15] Monte de Dios es el monte de Basán; Monte alto el de Basán.
[16] ¿Por qué observáis, oh montes altos, Al monte que deseó Dios para su morada? Ciertamente Jehová habitará en él para siempre.
[17] Los carros de Dios se cuentan por veintenas de millares de millares; El Señor viene del Sinaí a su santuario.
[18] Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad, Tomaste dones para los hombres, Y también para los rebeldes, para que habite entre ellos JAH Dios.
[19] Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios El Dios de nuestra salvación.
[20] Dios, nuestro Dios ha de salvarnos, Y de Jehová el Señor es el librar de la muerte.
[21] Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos, La testa cabelluda del que camina en sus pecados.
[22] El Señor dijo: De Basán te haré volver; Te haré volver de las profundidades del mar;
[23] Porque tu pie se enrojecerá de sangre de tus enemigos, Y de ella la lengua de tus perros.
[24] Vieron tus caminos, oh Dios; Los caminos de mi Dios, de mi Rey, en el santuario.
[25] Los cantores iban delante, los músicos detrás; En medio las doncellas con panderos.
[26] Bendecid a Dios en las congregaciones; Al Señor, vosotros de la estirpe de Israel.
[27] Allí estaba el joven Benjamín, señoreador de ellos, Los príncipes de Judá en su congregación, Los príncipes de Zabulón, los príncipes de Neftalí.
[28] Tu Dios ha ordenado tu fuerza; Confirma, oh Dios, lo que has hecho para nosotros.
[29] Por razón de tu templo en Jerusalén Los reyes te ofrecerán dones.
[30] Reprime la reunión de gentes armadas, La multitud de toros con los becerros de los pueblos, Hasta que todos se sometan con sus piezas de plata; Esparce a los pueblos que se complacen en la guerra.
[31] Vendrán príncipes de Egipto; Etiopía se apresurará a extender sus manos hacia Dios.
[32] Reinos de la tierra, cantad a Dios, Cantad al Señor;
[33] Al que cabalga sobre los cielos de los cielos, que son desde la antigüedad; He aquí dará su voz, poderosa voz.
[34] Atribuid poder a Dios; Sobre Israel es su magnificencia, Y su poder está en los cielos.
[35] Temible eres, oh Dios, desde tus santuarios; El Dios de Israel, él da fuerza y vigor a su pueblo. Bendito sea Dios.