Reflexiones
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Este Podcast contiene deviersas meditaciones de la Palabra de Dios que son útiles en nuestra vida diaria. En ellos encontraras palabras de aliento, desafío, corrección, instrucción, crecimiento, etc. Esperamos que sean de mucha ayuda en tu crecimiento espiritual.
77 Reflexiones - Dios está regalando esperanza (Juan 15.13)
17 December 2021
77 Reflexiones - Dios está regalando esperanza (Juan 15.13)
Hablar del sentido espiritual que debe tener la navidad para nosotros suena raro en medio de la corriente de este mundo, porque en ella se sobrevalora lo material, lo corruptible, lo que no permanece y lo que se ve; y se suele menospreciar lo verdadero y el regalo más grande que ha existido en el mundo.
¿Pero cuál es ese regalo y qué implica para nosotros?
Pues Jesús lo dijo cuando afirmó que:
Juan 15.13
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.”
Así, la muerte y resurrección de Jesús son el mejor regalo que se nos ha dado porque con Él recibimos la esperanza que necesitamos para vivir.
La esperanza de perdón, de reconciliación con el Padre, de vida eterna, de un futuro glorioso, de una herencia incorruptible, así como la esperanza de nunca estar solos, de dominar nuestra carne y de vencer al mundo y a su príncipe.
Porque Jesús dijo:
“Yo, la Luz, he venido al mundo, para que todo el que cree en Mí no permanezca en tinieblas” (Jn.12.46) “No se pierda, sino que tenga vida eterna" (Jn. 3.16) “y reciba el derecho de ser hijo de Dios.” (Jn. 1.12) (NBLA).
Así que hermanos, Jesús es el mejor regalo que como seres humanos podemos recibir, porque gracias a Él las tinieblas de nuestro corazón y conciencia fueron removidas, el velo que había en nosotros y que no nos permitía comprender las verdades del Reino divino fue quitado, fuimos liberados de la ceguera espiritual y nos dio la capacidad de ver la gloria, la majestad, hermosura y belleza de nuestro Dios; de comprender su amor, su misericordia, su gracia, y su deseo de bien y no de mal para nosotros.
Pero claro, como todo regalo, él puede ser aceptado o despreciado…
Y bienaventurados los que aceptamos a Jesús, pero malditos los que lo desprecien, porque no entienden su condición, su inmundicia, que Dios está en contra de ellos por su pecado, y porque no se les permite ver la perla más hermosa del universo y de la historia.
De ahí, que, así como esa luz aplica para nosotros como fuente de esperanza y certeza, para los que no creen será la base de su condena eterna, porque en el día final escucharán contra ellos este juicio:
Jn. 3.19-20 NBLA
“La Luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz, pues sus acciones eran malas. Porque todo el que hace lo malo odia la Luz, y no viene a la Luz para que sus acciones no sean expuestas.”
Así en el día del juicio, cuando ya no haya más navidades, ni noches buenas para los incrédulos,…
Escucharán que están condenados…
Porque se amaron más a ellos mismos que a Dios y prefirieron sus obras malas que seguir la voluntad de su Creador.
Por eso si haces parte de ese grupo, necesitas arrepentimiento de pecados, reconocer la santidad de Dios y aceptar el regalo de Jesús para que por medio de su sacrificio seas reconciliado con el Creador.
Pero si hacemos parte de los que ya han recibido el mejor regalo del mundo, entonces podemos gozar y disfrutar de la esperanza y bendiciones que Jesús compró para nosotros.
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76 Reflexiones - ¿Puedes ver la luz de navidad? (Lucas 2.29-32)
17 December 2021
76 Reflexiones - ¿Puedes ver la luz de navidad? (Lucas 2.29-32)
Muchas aprovechan la navidad para celebrar la unión familiar, para recordar tradiciones o disfrutar del ambiente festivo que se siente en esta época, por eso, cada vez resulta más común que nos alejemos del sentido espiritual que tiene este tiempo, y que llevemos la festividad al extremo, perdiendo de vista la persona a la que celebramos: Jesús.
Por eso es bueno preguntarnos…
¿Qué celebramos en la navidad?
Y que recordemos la obra y naturaleza de Jesús; y para eso, en esta oportunidad vamos a hacerlo, considerando las palabras de Simeón, un hombre entrado en años, justo y piadoso, en quien moraba el Espíritu Santo, y que había esperado por muchos años el nacimiento de Jesús, porque se le había prometido que vería al Salvador antes de morir.
Y cuando llegó el día en el que lo conoció, se refirió a Él diciendo:
Lucas 2.29-32
“Ahora, Señor, permite que Tu siervo se vaya En paz, conforme a Tu palabra; Porque mis ojos han visto Tu salvación. La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz de revelación a los gentiles, Y gloria de Tu pueblo Israel.”
Estas palabras de Simeón expresaron el gozo, descanso, adoración y agradecimiento que sentía por haber sido testigo de Aquel que cumpliría la obra de reconciliación entre el hombre y Dios, Aquel Sacerdote que por fin tendríamos para interceder por nosotros y que se entregó como un Cordero manso, motivado por su amor al Padre y a su creación.
Porque el día que Jesús nació…
La luz llegó al mundo, la luz eterna y verdadera iluminó las tinieblas.
Por eso en este tiempo celebramos que…
Se cumplió la promesa de traer luz a las tinieblas
Porque Isaías había profetizado que el pueblo que andaba en tinieblas vería la luz, y los que habitaban en tierra de sombra de muerte, la luz les resplandecería (Is. 9.2); y porque, aunque las tinieblas cubrían toda la tierra, amanecería sobre ella, llegaría la luz y por fin resplandecería (Is. 60.1-2).
Pero ¿por qué celebrar en navidad la luz, si ella es algo que tenemos todos los días?
Bueno, porque la verdad es que, aunque tenemos luz y vemos la realidad física y material que nos rodea, nuestra naturaleza pecaminosa nos ciegos a la realidad espiritual. Para darnos cuenta de esto, basta como dice Pipper, que veamos una de las maravillas de la creación, y no podamos ver en ella a su Creador.
Porque somos ciegos espirituales (Pr. 4.19) como consecuencia del pecado (Sof. 1.17), y también por la influencia de Satanás en el mundo, quien ha cegado el entendimiento de los incrédulos para que no vean el resplandor de la gloria de Dios (2 Co. 4.4); y por culpa de nuestra incredulidad y necedad, que hacen que se endurezca nuestro corazón y no creamos la Palabra de Dios (Ef. 1.17-18).
Por esto, es que, para poder ver el reino de Dios, considerarlo, vivir conforme a Él y esperarlo, necesitamos nacer de nuevo, nacer en el Espíritu, que Dios nos haga resplandecer su luz y que ilumine nuestro entendimiento para que seamos sensibles al pecado y reconozcamos la necesidad de un Salvador que nos reconcilie con el Padre (Jn. 3.3).
Y esa luz que nos debe resplandecer es la luz de Jesús…
De tal forma que con Él ya no andemos más en tinieblas, sino que tengamos la luz de la vida.
Así, las preguntas que debemos hacernos son: ¿Ya fuimos iluminados por Jesús? ¿Hemos visto nuestro estado de pecado a la luz de su santidad? Y ¿reconocemos que necesitamos un Salvador?
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75 Reflexiones - Soy Cristiano… y ¿Ahora qué? (Hechos 1.8)
19 November 2021
75 Reflexiones - Soy Cristiano… y ¿Ahora qué? (Hechos 1.8)
¿Te gustaría saber lo que te deparará el futuro?, o ¿te gustaría saber con certeza qué
es aquello que Jesús espera que hagas como cristiano?, pues, hay un momento en la vida de Jesús que nos permite tener respuesta a estas dos preguntas, y nos provee de la paz y el propósito que todos buscamos, considerémoslo en…
Hechos 1.6-8
“Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”
Así como suele pasarnos a nosotros, los Apóstoles también estaban preocupados por el futuro, y lamentablemente, justo antes de la ascensión de Jesús, seguían confundidos por no entender el plan de Dios; por eso le preguntaron cuando establecería su reino en la tierra.
A lo que Jesús respondió diciéndoles, que eso era algo que solamente el Padre conocía.
De ahí que entendamos que Dios no nos ha concedido saberlo todo…
Y que la incertidumbre que los Apóstoles sintieron se parece a la incertidumbre que nosotros vivimos en algunas áreas de la vida, porque como ellos, no conocemos el futuro y tampoco podemos controlarlo.
De este modo, no debemos preocuparnos por lo que está bajo el dominio de Dios, más bien, debemos creer y hacer lo que Dios ya nos ha revelado, teniendo como base su Palabra, de tal forma, que el futuro no nos preocupe, sino que nos lleve a confiar en Él y en su soberanía.
Y una de las cosas que Él ya nos permitió conocer, es el llamado que tenemos todos los hijos de Dios, todos los que hemos creído en Jesús como nuestro salvador. Ello es…
Ser testigos suyos hasta los confines de la tierra
Porque Dios quiere reconciliar a todos los hombres consigo mismo a través de Jesús, y por ello, nuestro testimonio acerca de Él representa la llave que abre la puerta para que muchos sean reconciliados y pasen de muerte a vida.
Pero claro, este milagro de vida no es un suceso común, por el contrario, es totalmente extraordinario, y por eso necesitamos…
El poder del Espíritu de Dios para hacerlo.
Porque el hombre natural, aunque viva físicamente, está muerto espiritualmente, por eso no ve la realidad espiritual y no conoce a Dios, porque ama las tinieblas, el pecado y la maldad, y siente un profundo placer en ello, y por eso no quiere acercarse a la luz, a Dios.
Así que ese poder que recibimos del Espíritu Santo debemos usarlo para ser sus testigos, pero no como unos que lo hacen de acuerdo con su conveniencia, sino como uno que está dispuesto a morir a favor de quien testifica.
Así es que, siguiendo este llamado, debemos plantar iglesias en todos los lugares posibles, iglesias conformadas por testigos de Jesús que le hablen de Él a quienes no lo conocen para que se convierten en discípulos suyos, y con eso el conocimiento de Jesús crezca y crezca hasta el día de su regreso.
La pregunta es:
¿Estamos atendiendo el llamado que Jesús nos hizo a ser sus testigos, y estaríamos dispuestos a morir a nosotros mismos con tal de serlo?
Pues la verdad es que debemos estarlo, porque es lo que nuestro Señor nos ha llamado a hacer, pero no debemos hacerlo por obligación, sino más bien por amor, y con esperanza, con la seguridad de su regreso y de que un día su reino será establecido, y seremos recompensados con sus palabras de agrado y reconocimiento como resultado de nuestro sacrificio por Él.
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74 Reflexiones - ¿Qué nos hace vencedores? (Hechos 1.9-11)
19 November 2021
74 Reflexiones - ¿Qué nos hace vencedores? (Hechos 1.9-11)
¿Qué nos hace vencedores?
Es común que digamos que no sabemos lo que nos depara el futuro y que en un sentido pesimista se diga que “un pueblo que no conoce su historia está destinado a repetirla”, pero nuestra realidad como cristianos no es así de desesperanzadora y negativa, porque en la historia de Jesús y en su Palabra hallamos el gozo y esperanza que su ascensión y su regreso nos infunden, de tal forma que vivamos como vencedores y no como derrotados.
De ahí que, para entender mejor estas verdades, consideremos el siguiente pasaje:
Hechos 1.9-11
“Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.”
Luego de que Jesús cumplió acá en la tierra con todo el plan divino, debió ascender al cielo para presentarse ante el Padre, hecho que comprobó que su obra de justicia y pago por nuestros pecados había sido aceptada por Dios; y que, gracias a ello, todos los que confiamos en Él como nuestro Salvador, podemos acercarnos a Dios como nuestro Dios y como nuestro Padre.
Tal como Jesús se lo expresó a María Magdalena antes de ascender al cielo: “… «Suéltame porque todavía no he subido al Padre; pero ve a Mis hermanos, y diles: “Subo a Mi Padre y Padre de ustedes, a Mi Dios y Dios de ustedes”». (Juan 20.17)
Y es que su ascensión…
Ya había sido predicha por Él mismo (Jn. 14.28-29), y se cumplió con total precisión, tal como se cumplieron todas las demás profecías que se habían declarado de Él.
Y aunque la ascensión fue narrada con una gran sencillez, una vez más debemos agradecer a Dios por aquellos hombres que fueron testigos de ese momento, porque gracias a su testimonio, podemos aceptar la veracidad de ese suceso y así creer en Jesús y su obra de salvación.
Pero nuestra confianza en Jesús no solo se basa en el testimonio de su ascensión, sino también en…
La promesa de su regreso
Promesa que comunicaron los ángeles que estuvieron entre los discípulos, cuando les dijeron que, así como habían visto ir a Jesús, Él también regresaría.
Porque Él volverá un día, pero ya no lo hará como el cordero manso que se sometió a su muerte sin decir una sola palabra, sino que lo hará para gobernar, para reinar, para hacer justicia y darle el pago que merecen aquellos que se revelan y no creen en Él.
Así, el plan divino no acabó con la ascensión de Jesús…
Por el contrario, siguió su curso y lo seguirá hasta su regreso; y nosotros no estamos acá como huérfanos, abandonados por nuestro Señor, dejados a la deriva en este mundo, sino que tenemos la promesa de su regreso, de su recompensa en el Reino, y a su Espíritu, con el que podemos llevar a cabo la obra que nos encargó, de arrebatar de los poderes demoniacos las almas de aquellos hombres llamados para salvación.
Entonces, hermanos, todos nosotros somos más que vencedores, porque su ascensión testifica de su victoria sobre el pecado y la muerte, y porque el futuro nos aguarda su reino, un tiempo de justicia y paz del que gozaremos cuando Él regrese y domine sobre todo y todos.
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73 Reflexiones - El bautismo con el Espíritu (Hechos 1.5)
12 November 2021
73 Reflexiones - El bautismo con el Espíritu (Hechos 1.5)
¿Qué sabes sobre el bautismo con el Espíritu Santo? ¿Crees que fuiste bautizado con Él cuando confesaste a Jesús como tu Señor? O ¿Para qué piensas que es necesario aquel bautismo?
Pues la porción de la Biblia que consideraremos a continuación se refiere a la instrucción que Jesús le dio a sus Apóstoles para que recibieran la promesa del Padre y fueran bautizados con el Espíritu; y ella nos ayudará a dar respuesta a las preguntas que acabamos de hacernos.
Hechos 1.4-5
“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”
Se aproximaba la ascensión de Jesús y estas fueron algunas de las últimas palabras que Jesús declaró mientras estuvo en la tierra; y con ellas le ordenó a los Apóstoles permanecer en Jerusalén, esperando la promesa del Padre (El Espíritu Santo).
Pero ¿Por qué Jerusalén?
Porque ella sería el epicentro de la fiesta de Pentecostés, en la cual varones Israelitas, residentes y extranjeros, se presentarían en el templo para celebrar delante de Dios la cosecha (Ventura. 1985).
Una fiesta que le daría vuelo al ministerio cristiano y le permitirían revelar su gloria y poder delante de todas las naciones.
Y que al final permitió que multitudes fueran testigos de la morada del Espíritu de Dios en los cristianos, por medio de…
El bautismo con el Espíritu Santo
Que produjo una llenura del Espíritu de Dios en todos los que estaban reunidos y expectantes por recibir la promesa de su Espíritu.
Recibiendo así la promesa del otro consolador, quien era y es en su naturaleza igual a Jesús y a Dios Padre; y que estaría entre ellos y en ellos para darles el poder que necesitaban para vivir la nueva vida a la que habían sido llamados.
De tal forma que…
La Iglesia de Jesús comenzara su ministerio
Su llamado a proclamar la palabra de Dios y abrir los candados espirituales de los corazones de hombres llamados a salvación.
Por medio de estos creyentes, que fueron bautizados con el Espíritu Santo, gracias a su confesión de fe; resultado de haber comprendido la palabra de Dios, su estado de pecado, su necesidad de arrepentimiento y de reconciliación con el Dios santo, santo, santo.
De ahí que como ellos, nosotros los creyentes también seamos bautizados con el Espíritu en el mismo instante de nuestra conversión; bautismo que aunque no vemos, es un hecho espiritual que nos añade a la iglesia de Jesús y nos hace nacer de nuevo para su gloria.
Gloria para la cual vivimos como hijos suyos, pero que nos resulta imposible reflejar sin su Espíritu Santo, por eso, gracias a Él somos capacitados para entender las verdades del reino de Dios y proclamarlas, porque ellas son las únicas que pueden traer buenas nuevas a los afligidos, libertad a los cautivos y salvar a los hombres del tiempo de castigo y juicio que se avecina (Is. 61.1-2).
Así que…
Si hemos creído en Jesús como nuestro salvador…
Hemos sido bautizados con el Espíritu de Dios, Él mora en nosotros y somos parte de la Iglesia de Jesús, con lo cual tenemos todo lo necesario para vencer el pecado y unirnos a nuestros hermanos en Cristo para proclamarlo y ser testigos suyos; pero solo a través del poder del Espíritu, porque de otra forma, no podremos cumplir nuestro llamado como Hijos y miembros de su Iglesia.
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72 Reflexiones - ¿Cómo nos afecta hoy la resurrección de Jesús? (Hechos 1.3)
12 November 2021
72 Reflexiones - ¿Cómo nos afecta hoy la resurrección de Jesús? (Hechos 1.3)
Resulta muy interesante que Lucas, el escritor del libro de los Hechos de los Apóstoles, comience aquel escrito que narra la primera parte de la historia de la Iglesia, refiriéndose al mensaje, obra, vida, muerte y resurrección de Jesús; porque con eso podemos comprender lo importante que son estas doctrinas para nuestra fe y para la Iglesia.
Por tanto, queremos considerar un aspecto del milagro de la resurrección, porque ella hace parte de las buenas nuevas del Evangelio y es una noticia que además de implicar una profunda realidad teológica, también tiene una poderosa verdad para nuestra vida diaria.
Considerémoslo en:
Hechos 1.3
“A quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios”
En este pasaje notamos la reproducción que Lucas hizo del testimonio de muchos, entre ellos los Apóstoles, que vieron a Jesús resucitado y fueron testigos de su victoria sobre la muerte; siendo esto una prueba más de la veracidad, confianza y credibilidad de este hecho.
Porque como lo dijo Lucas, “se presentó vivo” a estos hombres luego de su crucifixión, lo cual es un hecho que nos debe reconfortar y dar esperanza, porque gracias a la vida de nuestro Salvador, vivimos aunque estemos entre muertos.
Pero ¿cómo supieron estos hombres que Jesús estaba vivo y no era un espíritu?
Porque Jesús demostró estar vivo y lo hizo con muchas pruebas convincentes e indudables que fueron determinantes. Como cuando:
Los discípulos le escucharon recordando sucesos del pasado (Lc.24.44), le vieron emocionándose (Lc. 24.25), ejerciendo su voluntad (Jn. 20.17), comiendo (Lc. 24.42-43), cocinando (Jn. 21.12-13), enseñando sobre el Reino de Dios (Lc. 24.44-49) y sobre el cumplimiento de la profecía de su vida, muerte y resurrección (Lc. 24.13-35).
Resurrección que probó que Él era y es el Cristo, el salvador esperado, el llamado de Dios para libertarnos de la esclavitud y dominio del pecado; el Santo que no vería corrupción y vencería las tinieblas (Sal. 16.10, Hch. 2.27) y el mismo que transformaría nuestra muerte en vida.
Porque si Él venció la muerte entonces…
Nosotros también la venceremos en Él; porque si Él fue declarado justo por Dios, nosotros también somos declarados justos en Él, Y porque así como fue capaz de transformar la vida de tantos por medio del mismo poder que le permitió resucitar, también será capaz de transformar la nuestra.
Tal como transformó la de Maria Magdalena, una mujer poseída por siete demonios, sumergida en la tristeza y desesperanza, a quien convirtió en una mujer adoradora de Dios y seguidora suya, gracias al amor con el que Él la trató.
O como transformó la de Pedro, quien vivió con una gran culpa y decepción luego de haberle negado, pero que al encontrarse con Él, fue consolado a través de su perdón.
O como lo hizo con Tomás, uno de los más incrédulos, porque escuchando del Cristo resucitado, necesitó ver y tocar las llagas de Jesús para que su mente y corazón fueran transformados y se convirtieran en tierra fértil; y luego de ello diera fruto para la gloria de Dios.
Así, el hecho de la resurrección de Jesús, no solo es un evento histórico y teológico clave, base para nuestra fe y para la Iglesia, sino también definitivo, transformador y penetrante para nosotros, los que creemos en Él.
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71 Reflexiones - ¿Qué tan segura es nuestra fe? (Juan 8.17-18)
05 November 2021
71 Reflexiones - ¿Qué tan segura es nuestra fe? (Juan 8.17-18)
¿Alguna vez han cuestionado tu fe en Jesús o tu mismo has dudado de ella?, ¿has considerado filosofías y teorías humanas como más ciertas, porque la mayoría las afirman y dicen que se basan en la “evidencia”?
Pues la verdad es que no está mal cuestionar nuestra fe y preguntarnos si estamos creyendo lo correcto o no, por eso queremos hacer un ejercicio imaginario, uno que nos lleve al estrado de nuestra conciencia, para que consideremos algunas pruebas, y veamos cómo ellas defienden por sí mismas nuestra fe en Jesús.
Para esto queremos usar como base el ejemplo de Jesús cuando fue rechazado por lo Fariseos; quienes afirmaron que su testimonio era falso y no era digno de ser creído, este suceso se nos narra en:
Juan 8.13-14,17-18
“Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero. Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy” Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí”
En ese momento, los Fariseos negaron el testimonio de Jesús con dos argumentos; afirmando que su testimonio no era verdadero, y que como solo era dicho por Él y no había nadie más que lo apoyara, entonces no debía ser aceptado.
Pero Jesús usó el mismo argumento de los dos testimonios que usaron ellos para responderles; diciendo que así como Él daba testimonio de sí mismo, Dios el Padre también testificaba a su favor.
Y si bien esta respuesta de Jesús es suficiente para que la fe sea apuntalada en nuestro corazón; por la gracia de Dios, hoy tenemos el testimonio de muchos hombres, como los Apóstoles y otros discípulos de Jesús, que testificaron a su favor y que se suman para proveernos confianza en cuanto a nuestra fe cristiana.
Y como si esto no fuera poco, también tenemos el testimonio de los milagros de Jesús, que fueron permitidos por Dios para que con ellos se avalara a su mensajero y su mensaje, tal como lo reconoció Nicodemo, un Fariseo ilustre que una noche se acercó a Jesús y le dijo:
«Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer las  señales que Tú haces si Dios no está con él» (Jn. 3.2).
Así las cosas, tenemos para llevar delante del “juez” de nuestra fe, no solo el testimonio de hombres como Lucas, sino también el de los Apóstoles, el de Jesús mismo, el de Dios, y el testimonio de muchos milagros que Jesús hizo en el nombre de Dios.
¿Será que con esto ganaríamos la disputa?
Si, porque no solo dos dan testimonio verdadero de Jesús, sino cientos más, entre ellos Dios mismo.
Por tanto, aunque no vimos a Jesús, ni le oímos personalmente, podemos confiar en el testimonio de muchos que si le vieron y oyeron, y que se dieron a la tarea de registrar todo lo relacionado con su vida y enseñanza.
Lo que nos permite estar tranquilos, porque el fundamento de nuestra fe y de la Iglesia es confiable, seguro y muy resistente. Por eso en vez de avergonzarnos, podemos decir lo que el Apóstol Pablo dijo: “no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación” (Ro. 1.16)
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70 Reflexiones - ¿Cuál es la base de la fe Cristiana? (Hechos 1.1-2)
05 November 2021
70 Reflexiones - ¿Cuál es la base de la fe Cristiana? (Hechos 1.1-2)
Alguna vez te has preguntado ¿Por qué Jesús, luego de su resurrección, debió estar cuarenta días entre los Apóstoles y discípulos?, y ¿de qué forma esto nos impacta a nosotros y a su Iglesia?
Pues demos respuesta a estas preguntas a partir de lo que nos dice:
Hechos 1.1-2
“En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido”
Es muy interesante que Lucas, quién escribió, inspirado por el Espíritu de Dios, el libro de los Hechos de los Apóstoles y el evangelio que lleva su nombre, nos recuerde que en ese primer tratado escribió acerca de lo que Jesús comenzó a hacer y enseñar.
Porque con ello nos ayuda a entender que la obra y enseñanza de Jesús son la base de nuestra fe cristiana y de su Iglesia, y que el testimonio de Lucas, así como el de los Apóstoles y profetas, es el canal que Dios usa para permitirnos conocer su obra y carácter.
Y me gusta que refiriéndose a Jesús, haya usado el verbo “comenzó”, porque deja ver que esos años que Él vivió entre nosotros, solo fueron el comienzo de su obra como el Dios encarnado, una obra que no se ha acabado, que no se ha frenado, y en la que Jesús sigue comprometido por completo a través de su cuerpo, la Iglesia.
Además, que Lucas haya dado testimonio de Jesús…
Aporta argumentos a favor de la veracidad y seguridad de nuestra fe, porque aunque Lucas no hizo parte de los doce Apóstoles, y al parecer tampoco de los discípulos de Jesús durante su vida, su testimonio sobre Él, es una prueba que se une a muchas más para que nos sintamos seguros de nuestra creencia en el Hijo de Dios.
Y también nos ayuda a entender que Jesús no paró de enseñar mientras estuvo con vida entre nosotros, porque sabía que era necesario que sus Apóstoles recibieran la instrucción necesaria sobre el reino de Dios, para que sus corazones se mantuvieran enfocados, motivados y creyendo en la certeza y el cumplimiento del plan divino.
De igual forma, era necesario que estos hombres recibieran de Él, mandatos muy importantes que definirían el curso de su Iglesia; tan importante era esto, según el texto griego, entregárselos era un requisito que Jesús debía cumplir antes de ser recibido por el Padre en el cielo.
Pero ¿Por qué fue importante que Jesús les diera esos mandatos?
Porque como sabemos, Jesús no fue un escritor de libros o un productor de videos y contenido para redes sociales, Jesús fue y es el Salvador, el Maestro y el Señor; por lo que encargó en otros la misión de reproducir su obra y enseñanzas, y llamó a estos doce hombres para que estuvieran con él, predicaran su mensaje de salvación (Mc. 3.13-14), y fueran el fundamento de su Iglesia (Ef. 2.20).
Pero ¿qué tiene que ver esto con nosotros?
En que la base de nuestra fe se halla en el evangelio de Jesús; y que así como sucede en un edificio, donde sus fundamentos tal vez son imperceptibles, pero definen su seguridad y estabilidad, así mismo, el testimonio Apostólico que nos comunica las buenas nuevas de Jesús, nos provee la seguridad que nuestra alma requiere.
Seguridad que le aportará a nuestra vida la firmeza necesaria para resistir los embates del mundo, los ataques malignos y nuestra propia debilidad, porque como lo dijo Jesús, separados de Él no podemos hacer nada, así, dependemos en todo de aquel que es la vid y de sus raíces para mantenernos firmes y con fruto aun en medio de la sequedad.
«La base de nuestra fe se halla en el evangelio de Jesús» - Ministerio UMCD -
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69 Reflexiones - ¿Pertenezco a la Iglesia de Jesús? (Mateo 16.18-19)
29 October 2021
69 Reflexiones - ¿Pertenezco a la Iglesia de Jesús? (Mateo 16.18-19)
¿Qué piensas cuando escuchas la palabra Iglesia?, ¿sientes que es algo anticuado, o crees que ella hace parte del plan de Dios para nuestra era?
Pues lamentablemente muchos piensan que ella es una institución corrupta y mal intencionada, de la que no podemos confiar y a la que no debemos pertenecer, gracias a muchos que por sus obras han deshonrado el nombre de Dios y a la Iglesia, pero, como veremos, ella fue instituida por el mismo Jesús.
Por tanto, ¿cuál era el plan que Jesús tenía con ella? ¿Cómo debía llevarse a cabo ese plan? Y ¿en manos de quienes quedaría encargado? Pues eso es lo que queremos considerar, tomando como base…
Mateo 16.18-19
“Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”
Una de las labores de Jesús luego de su ascensión ha sido edificar su Iglesia.
Pero: ¿Qué es la Iglesia?
Ella es la comunidad de todos los creyentes en Jesús, que están unidos por el lazo de la fe y de la obra del Espíritu Santo (Ventura. 1985). Así, todos los que declaramos a Jesús como nuestro salvador, somos miembros de su Iglesia.
Y aunque la frase “sobre esta roca edificaré mi iglesia” ha sido malinterpretada históricamente, podemos creer que la roca sobre la cual la Iglesia está siendo edificada es Jesús mismo (Dt. 32.3-4; Sal. 94.22).
Ahora, ¿cómo se produce nuestra unión a la Iglesia de Jesús?
A través de la obra de Dios Espíritu Santo, quien nos une al cuerpo de Cristo (la Iglesia), en el momento en el que ilumina nuestra mente con la verdad del evangelio de Jesús, nos convence de pecado, nos lleva al arrepentimiento y a confesar que Jesús es nuestro Señor.
Por eso, cuando creemos en Jesús como nuestro salvador, somos añadidos a la iglesia universal e invisible de Jesús, y con esto, se espera que tomemos la decisión de unirnos a su iglesia visible, a una iglesia local en nuestra ciudad que lo adore y lo proclame.
Y ¿cuál es el propósito de la Iglesia?
Arrebatar las almas de aquellos que han sido llamados por Dios a salvación, pero que se hallan bajo el poder de Satanás; de ahí que R.C. Sproul, mencione que las puertas del Hades son una referencia a las puertas del infierno; y nos ayude a entenderlo, explicando que en la antigüedad, las puertas eran un mecanismo de defensa contra los enemigos, por tanto, que las puertas del Hades no prevalezcan contra la iglesia de Jesús, significa que la Iglesia está llamada a ser un ejército ofensivo que ataque los bastiones de Satanás, el cual no podrá soportar el poder que Jesús le ha otorgado a su Iglesia. (Ministerios Ligonier. 2021, 1 octubre).
Y ¿cómo debe atacar la iglesia el poder demoniaco?
Usando “las llaves del reino de los cielos”, la predicación de la Palabra de Dios (del evangelio); de ahí que Pablo dijo en Romanos 10.14: “¿Y cómo creerán en Aquel de quién no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?”, porque a Dios le agradó salvar a sus escogidos por medio de la locura de la predicación de su Palabra (1 Co. 1:21).
Así, la autoridad que Jesús le dio a su Iglesia para predicarla significa el método que ella debe seguir para cumplir con su propósito en la tierra. Y aunque en estos tiempos creamos que las llaves del reino son los espectáculos de luces, la música, el entretenimiento y un “mensaje relevante”; lo cierto es que lo único que abre el “candado” espiritual es la Palabra de Dios.


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68 Reflexiones - ¿Cuál es mi identidad? (Mateo 16.18a)
29 October 2021
68 Reflexiones - ¿Cuál es mi identidad? (Mateo 16.18a)
¿Cómo respondes cuando te preguntan, quién eres?
¿Sueles responder a esta pregunta con lo que haces, o con la profesión que tienes, o con tu responsabilidad como padre o madre de familia?
Pues la respuesta a esta pregunta es muy importante, porque nuestra identidad define la forma como vivimos y el propósito de nuestra vida. Pero hay algo aún más importante, y es lo que creemos acerca de Jesús, porque ello define nuestra identidad.
Por eso Jesús indagó de sus discípulos lo que ellos creían acerca de Él, y luego de escuchar de su parte la respuesta correcta, afirmó a Pedro en su identidad y le hizo entender quién era Él; consideremos ese momento en…
Mateo 16.15-18a
"Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro…”
¿Cómo así? ¿Qué hubo de nuevo en que Jesús dijera que Pedro era Pedro?
Pues recordemos que ese no era su nombre original, que Pedro se llamaba Simón, y que fue cuando él conoció a Jesús, que le cambió el nombre y le puso Pedro (Jn. 1.40-42).
Ahora, esto implicó dos cosas:

Que Jesús tenía autoridad sobre Pedro, porque en la antigüedad se creía que quien nombrara a alguien o algo, tenía autoridad sobre aquello que nombraba. Y…
Que Simón había cambiado para ser Pedro, y había cambiado porque su naturaleza lo había hecho, gracias a que había conocido al Salvador, al Cristo, a Jesús.

Porque cuando conocemos al Salvador, nuestra identidad cambia; lo que somos, lo que nos identifica, a dónde pertenecemos y lo que hacemos, cambia. Ese fue el caso de Pedro, el pasó de ser un pescador común y corriente a un pescador de hombres, pasó de ser un hijo de Abraham a un hijo de Dios, de ser israelita a tener una nacionalidad eterna, y pasó del reino de Satanás al reino de Dios.
Y eso es exactamente lo que nos pasa a ti y a mí cuando creemos en Jesús como nuestro Salvador y Señor; que nuestra identidad cambia, y somos transformados de manera milagrosa por Jesús.
Así que, aunque nuestro nombre no haya cambiado el día que confesamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, nuestra identidad si cambió en ese momento; pasamos de ser muertos, ciudadanos del mundo, desesperanzados, despreciados y rechazados; a ser Hijos de Dios, amados, escogidos, llamados, salvados, santos, y un día también seremos resucitados.
Ahora, esta realidad de nuestra identidad es un factor que explica la forma como vivimos, nuestro éxito o fracaso espiritual y personal, porque como lo dice Jeremy Pierre: es común que nos veamos a través de una identidad que el mundo y nosotros hemos construido, pero que obviamente es pecaminosa, y no, por medio de la identidad que Dios nos da (2019). Y que Paul Tripp también diga que gran parte de la consejería que necesitamos para hacer frente a los problemas que vivimos, no necesariamente debe enfocarse en resolver esos problemas, sino, más bien, en definir nuestra identidad a la luz de la obra de Jesús (2019).
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